Los inicios
A los 15 empecé a trabajar en una pizzería los fines de semana para ganar algún dinero y me di cuenta del reto que supone la atención a los clientes y hacer frente a una actividad frenética. El trabajo me gustó y decidí apuntarme a la Escuela de Hostelería.
La zona del bar era lo que más me apasionaba. Principalmente los cócteles fueron un gran descubrimiento para mí, y en aquella época sentí que mi vocación era la de ser una bartender profesional.
Aprendí de memoria todas las recetas de los cócteles internacionales y recuerdo haber sido “la preferida” de mi profesor. La ejecución de un drink me emocionaba mucho y tenía mucha creatividad a la hora de inventar nuevas mezclas. Por eso mi profesor decidió llevarme a un concurso de competición. Crear un cóctel sin alcohol. Fue una gran satisfacción quedar como segunda clasificada.
Hice mis prácticas de la Escuela en un bar de mi ciudad, en Legnago. Poco después empecé a trabajar como barista y esto me dio la posibilidad de acercarme también al mundo de los cafés, que también me atraía mucho. Y así nacieron mis dos grandes pasiones: los cócteles y los cafés.
Perfeccionando habilidades.
Estuve perfeccionando mis habilidades durante muchos años, trabajando en varios locales. En una de las cafeterías, teníamos 5 molinillos con 5 variedades distintas de café. Esto me permitió practicar cada vez más en la ejecución del “café perfecto”.
Más tarde trabajé en una coctelería muy reconocida de Verona, “Paparazzi Fashion Caffè”, donde tuve la suerte de conocer a un barman profesional que me ayudó a sumar conocimientos y técnicas en este mundo. Seguía inventando nuevos cócteles hasta que llegó el día en que mis clientes ya no pedían la carta, sino que me decían: ¡haznos algo tuyo! Llegué a saborear mentalmente el gusto que tendrían las mezclas. Era un placer enorme acertar en aquello que el cliente buscaba.
Tras varios meses me fui a trabajar en una cafetería-pastelería histórica de Verona, el “Caffé Fantoni”, donde aprendí la gastronomía que se esconde detrás de los desayunos. Crecí en este ámbito, perfeccionando la presentación del producto, aunque fuera un simple sándwich. Tratar el producto con amor siempre da un resultado mucho más apetecible.
Estancia en Dublín
Trabajé como bartender en un restaurante selecto, el “Cooks Restaurant” (famoso por ser el restaurante preferido de Bono, el cantante de los U2). Mis tareas eran principalmente preparar las bebidas, los cócteles, y los cafés. Tras esta experiencia, si alguien sabe cómo preparar el Irish Coffee de forma correcta (además de los barmans irlandeses), esa soy yo.
De vuelta a Italia. Después de 6 meses volví a Italia y paseando por “Piazza delle Erbe” en Verona, un empresario con un restaurante de una estrella Michelin me ofreció formar parte de su nuevo equipo para la apertura de un restaurante-cafetería en un sitio estratégico y muy conocido de la ciudad. Me conocía lo suficiente para saber quién era a nivel profesional porque era cliente de un local donde había trabajado anteriormente. Fue un gran orgullo para mí. “Casa Mazzanti Caffé” finalmente abrió sus puertas, y decidió trabajar con la mejor empresa tostadora de café situada en la misma Verona, referente en su sector a nivel nacional y mundial. Quien compraba el café a esta empresa tenía que someterse temporalmente a una formación y guía por parte de un profesional de su confianza, y cumplir con los requisitos exigidos averiguando que el cliente se “mereciera” su café. Y el “Mazzanti” sí que se lo merecía.
Fabio fue mi mejor formador, y lo respeto y valoro muchísimo por ello. Fue él, después de haber acompañado a todo el equipo en la formación del café, quien me escogió como encargada del turno de mañana porque, según me confesó, vio en mi la misma pasión y amor que él tenía por su profesión. El “Mazzanti” fue uno de los lugares donde pude expresar mis ideas y dar rienda suelta a mis habilidades, y donde mis clientes me hacían sentir su aprecio. Me acordaba de ellos desde el primer día, sabía lo que querían y me anticipaba a sus peticiones. A menudo pasaba que, mirando a través de la puerta de cristal la magnífica plaza, veía acercarse algunos de mis clientes. Corría detrás de la barra y les preparaba sus cafés de manera que en cuanto entraban, se encontraban sus preferencias listas para tomar.
Mucha pasión, eficacia, rapidez, profesionalidad, empatía, trato impecable, anticiparse, crear elaboraciones personalizadas según el gusto del cliente, selección de la música adecuada para el momento, …, todo estos son los factores que marcan la diferencia y por ello conseguí fidelizar a muchos clientes. En la carta del Mazzanti, a día de hoy, aún siguen apareciendo cócteles y elaboraciones a base de café que yo creé, y esto para mi es un gran orgullo.
De Verona a Girona
Después de dos años, el dueño de la empresa de café de la que os he hablado antes, tuvo un nuevo cliente en Girona: “Maestro di Modena box”. El tostador necesitaba una persona con experiencia y de confianza para trabajar con su café y formar al personal de esta nueva cafetería que abría en el centro de la ciudad. Y así empecé un nuevo camino en Cataluña.
Me enamoré de mi actual pareja y esto hizo que me quedara en la ciudad. Estuve trabajando en varios locales. Mi sueño desde hacía años era poder abrir mi propio local y así lo hice. Después de 4 años decidí dar un gran paso: El “Chapeau! Caffé Gastronomico” abrió sus puertas en diciembre de 2014.
Sin duda tenía el maravilloso café de lo que ya os he hablado antes (tostador amado por los grandes chefs de la guía Michelin y del “Gambero Rosso”). Yo era la única en toda España en tenerlo. Este producto es realmente para mí el mejor en el mundo. Solo quién tiene la suerte de probarlo puede entender a que me refiero. Tan corpulento que los clientes recogen su fabulosa crema con una cucharita para que no quede nada en la tazita. Un sabor tan intenso que perdura tranquilamente hasta más de una hora en el paladar. No es solo un café, sino que es la esencia de este hombre. En aquel grano está condensada toda su vida y él decía que tenía que ser FUERTE, BUENO Y CÁLIDO.
En Italia mimamos mucho este producto en relación al precio para que no se dispare y en su ejecución. ya que es la puerta de entrada para que el cliente vuelva y pruebe otros productos, como un croissant o un sándwich. Si estos también lucen en presentación y calidad, tendremos la suerte de que muchos clientes que habían probado solo un café vuelvan para probar el resto de nuestra oferta. Este arábica natural es un óptimo aliado para presentar a los clientes el ejemplo de lo que sería una digna conclusión de una comida centrada en la calidad del producto.
El Chapeau! era un local de 300 metros cuadrados diseñado con las formas y los colores que eran la máxima expresión de mí. Un concepto innovador que fusionaba las costumbres italianas con las de aquí, y que en poco tiempo llegó a ser referente para tomar el café perfecto. 4 molinillos, en cada uno de ellos albergaba un diferente origen arábica de altísima calidad que el mismo Gianni había seleccionado cuidadosamente, y que iban cambiando en cada pedido para ofrecer a los clientes la posibilidad de probar cada vez aromas, sabores y perfumes diferentes. Como siempre, tenía que sorprenderles. Una cafetera semiautomática de tres grupos (VBM Replica) modificada por el técnico de confianza de la torrefacción, para que el café pudiera lucir en su totalidad.
Una verdadera joya brillante que ejecutaba un excelente producto. Los clientes quedaron “alucinados” al principio al ver este conjunto de acero reluciente, y extraordinariamente sorprendidos una vez probada esta bebida.
Artículo sobre mi proyecto innovador del 2 de diciembre de 2014 en "El Gerió digital".
Los desayunos del Chapeau se convirtieron en el punto más fuerte y atractivo. Una barra repleta de una gastronomía dulce y salada de una gran variedad para disfrutar de un desayuno original y completamente diferente, acompañado de nuevas creaciones a base de café.
Mi mente creativa estaba trabajando sin cesar para regalar nuevas emociones
Unos menus diarios donde los platos cobraban protagonismo gracias a una alta calidad de productos y un amor incondicionado en el trato con ellos.
Unas tardes entre unas originales infusiones únicas en toda Girona, un chocolate a la taza preparado al momento con mis propias manos, y unos pasteles caseros auténticos italianos. El aperitivo “all’italiana” donde los clientes, desde las 19h hasta las 20.30h, podían acceder a una barra llena de picoteos con el simple pedido de una copa de vino, una cerveza o uno de mis 38 cócteles, muchos de mi propia creación.
Entre numerosos eventos y cenas a la carta típicamente italiana, aprovechaba cada acontecimiento para crear unas originales fiestas. El Chapeau pasó por momentos difíciles y al cabo de 2 años tomé la decisión de cerrar. Un alquiler elevado, una ubicación con muy poco paso de gente, una ciudad muy aficionada a sus costumbres para un concepto tan innovador, y finalmente yo. Era muy exigente y muy perfeccionista, y esto contribuyó también a tener la necesidad de cambiar a menudo el personal porque según mi antiguo Yo, no cumplían con mis expectativas. Era dura, poco permisiva y a veces fría con ellos, y deduzco que esto influyó también en que el Chapeau acabó cerrando.
Todos los clientes me decían que seguramente habría tenido mucho éxito en Barcelona. Quise cerrar “a lo grande” celebrando mi segundo aniversario invitando a los más fidelizados y que contribuyeron enormemente al crecimiento del Chapeau y al mío personal.
Al principio viví esta experiencia como un fracaso, pero no tardé mucho en entender que...
Nuevos caminos profesionales
Desde Girona decidí mudarme a Barcelona y el destino me llevó a conocer a Borja Vilaseca (él se autodefine “agitador de conciencias”), e hice dos cursos con él. Trataban del autoconocimiento. Empecé un camino hacia mi interior, y poco a poco entendí que el crecimiento y desarrollo personal me entusiasmaban cada vez más. Sentirme cada vez más consciente, más responsable de mí y de mis acciones, rebajando los juicios hacia el entorno y como consecuencia hacia mí y, sobre todo, empecé a sentir amor propio. Así pude descubrir un nuevo propósito profesional. Digamos que me ayudó a reinventarme.
Mientras aclaraba mis ideas sobre mi nuevo proyecto decidí seguir trabajando por cuenta ajena. Quería crecer aún más, quería ampliar mi bagaje profesional, y decidí trabajar en uno de los mejores hoteles de 5 estrellas gran lujo.
Aún no había trabajado en este tipo de establecimiento y me fascinaba la idea de tener una nueva experiencia de alto nivel. Puedo afirmar que siempre que he querido algo intensamente, el Universo me lo ha concedido. A los pocos días entré a trabajar de barista en la cafetería “Philosofia” del Hotel Sofía. Un espacio elegante y moderno que en septiembre del 2017 abrió sus puertas.
Los directivos, al ver mi amor y mi dedicación con los cafés, me eligieron para fotografiarlos e introducirlos en el Manual del Empleado. Todos los trabajadores del departamento tenían que “copiar” de las fotos de manera que el producto servido al cliente tuviera siempre el mismo patrón. Al cabo de poco me hicieron embajadora, lo cual quería decir que me encargaba del nuevo personal contratado para formarlo en cafetería. Fue un gran orgullo para mí.
Fue interesante vivir todas estas experiencias, porqué me permitieron ver otras realidades que aún no conocía y vivir situaciones de todo tipo, y cada vez me daba más cuenta de que el sector de la restauración y de la hostelería pertenecían a un ámbito laboral muy poco valorado.
Con 11 años de experiencia en Cataluña he podido ver, muy a menudo, que los supuestos profesionales no cumplen con aquellos valores añadidos que considero fundamentales cuando tratamos con el cliente. El ser consciente de cómo se hacen las cosas, el cuidado y la higiene del material que se utiliza muy desconsiderado, la pasión casi inexistente por este trabajo ( lo cual no quiere decir que no hayan personas que expresen su amor por esta profesión), la escasa amabilidad que nos ayuda a enamorar a los clientes, la transparencia que podemos incorporar en nuestros diálogos con ellos sobre la autenticidad de la materia prima, y sobre todo la gran falta de conocimientos sobre los productos y las técnicas para elaborarlos que nos permitirían ser mucho más apreciados. El mundo piensa que hacer de camarer@ es una opción que cualquiera puede escoger. ¿Será por esto que cuando alguien no encuentra trabajo se “muda” a este sector porque casi seguro que de una manera u otra conseguirá un empleo? Sí, porque la mayoría de locales cuando buscan personal, no requieren de conocimientos, y a veces tampoco de experiencia.
Si quieres entender un poco más a lo que me refiero, mira el apartado de Mis curiosidades pinchando aquí.
Mi último trabajo fue como encargada de local y formadora de personal en una cafetería de un centro deportivo, porque sucede que “cuando no está el gato, los ratones bailan” (es decir, cuando los jefes no están es fácil que se descontrolen los empleados). Mi objetivo era implementar unos protocolos que fueran iguales para todos.
Estandarizar las elaboraciones, rebajar los gastos, comprobar el margen de beneficio de cada producto, tener un control sobre los pedidos, organizar los horarios semanales, mejorar el trato con el cliente para fidelizarlo, y variar la oferta gastronómica. Y sobre todo poner consciencia en cada una de las tareas ejecutadas en el local.
Cuando decidí dejarlo, me metí de una vez por todas con el proyecto que estás leyendo ahora. ¡Por fin!